martes, 21 de julio de 2009

CHARADA

Conexión Porteña –Artículo 50

CHARADA

Llegan las elecciones, uno no las llamó, pero llegan igual, siempre llegan. La historia se repite una y otra vez, aunque no se puede decir que siga sonando la misma canción. Recuerdo, de chico, allá por los ochentas, que la banda sonora política nacional se entonaba más o menos así: ¡Adelaaaaante Radicales, los muchachos peroniiiiistas, adelante sin cesaaaaar, todos unidos triunfareeeemos, viva Hipóooolito Yrigoyen y Perón cuánto valés! Peronistas o radicales, la cosa era bipolar. Hoy se escuchan versiones remixadas pero bastante desafinadas de los hits de aquellos años. La clase política se reinventó. Tuvo que hacerlo después de la hecatombe nuclear de 2001. Hoy los radicales no son radicales, o sí, pero intentan disimularlo. Los peronistas, por el contrario, tienen más partidos que gremios: tenemos el peronismo de derecha, el de izquierda, peronismo de frente, de coté, peronismo agrario, peronismo federal, está la pata peronista, el brazo peronista, incluso el peronista sin brazo, el peronismo de Perón (¿?) y el peronismo desperonizado (¡!). Ay, si Evita viviera (¿votaría a Nacha Guevara?).
Todo está empapado y empapelado de politiquería barata, y de la cara también hay, claro. Macri, De Narváez y Michetti PRO ponen cambios de timón. Pero viendo cómo están manejando la Ciudad de Buenos Aires a uno le dan ganas de arrojarse del barco. “Pino se planta” dice un slogan del partido Proyecto Sur que encabeza el cineasta Pino Solanas, y más veloz que lancha de Scioli, un amigo mío propone otros slogans del mismo estilo que aún no entiendo como no fueron adoptados por las demás fuerzas políticas: “Apoyá a Prat Gay”, “Margarita, flor de candidata”, “Zamora es lo MAS”, “NaCHE Guevara”, y etcéteras varios. Cruzo la calle Corrientes y a punto estoy de sucumbir atropellado ante una murga encamionada que, conducida por el Partido Obrero, proclama a los cuatro vientos gélidos del Once: “¡Que la crisis la paguen los capitalistas!!!”. Más que socialista, suena surrealista, Suerra sunealista. Y la lista sigue, y las listas sábanas también. Sábanas que se cambian a cada rato, serán sucios pero duermen limpitos los políticos. Que voy yo, no, ud primero, que me subo, que me bajo, que soy gobernador pero me presento de diputado pero igual manteneme el sillón calentito que enseguida vuelvo, eh. La realidad nunca fue tan irreal. Los noticieros vaticinan el apocalipsis financiero nacional (y) socialista, de la mano de los Kirchner nos vamos al descenso más profundo, juran y perjuran hasta el cansancio. Es el acabose, el juicio final. Los 174 jinetes del Apocalipsis (el cambio en la Argentina está por las nubes de Úbeda) vienen a por todos. El INDEC se caga de la risa de ellos, se caga de la risa del universo también, y de paso cañita nos cuenta que la inflación mensual es de menos veinte. El día que mida la inflación menstrual todas las mujeres del país terminarán afiliadas al partido Menopáusico. No hay pausa, pero hay pánico. Desde Tinelli nos bombardean con imitaciones absurdas de la clase política. Clase que, desclasada como está, no tarda en concurrir al programa y advertimos entonces que el absurdo no conoce de límites, ni de Tinellis. ¡Pum para arriba! Al igual que ante cada elección que se precie, la ciudad, el mundo entero, luce en obras: “¡estamos trabajando para usted!” llega el grito enfervorizado electoraloide, y uno mira para atrás, mira para un lado y al otro, sin tener muy en claro a quién carajo le están hablando. Yo no fui, eh. Yo, argentino.
Luego del domingo todo desaparecerá mágicamente. Toda esta fachada que se monta, charada perfecta, obra ilusoria y cuasi mágica, volará cual escenografía de obra de teatro después de una función. Quedarán las butacas vacías, enredadas y algo confusas. Y el público sin saber dónde sentarse.


junio 2009

Mariano Gómez Carchak