martes, 10 de junio de 2008

TIEMPO DE BALANZAS

Le temo a los balances. Y últimamente mucho más a las balanzas. Pero ya casi sumergido en el setiembre porteño puede que sea hora de revisar un poco las cuentas. Quizás las imágenes puedan hablar mucho mejor que uno. Las fotos que fui sacando todo este tiempo y que llevo sin revelar en el almacén de mi memoria. Pido disculpas, están como dije, “inreveladas”, en bruto, sin catalogar. Intentaré escupirlas, prometo, con tanto arte como me sea posible… Ey, ¿por qué dice “escupirlas” dónde debería decir “esculpirlas”? Será, tal vez, que fue eso lo que quise decir. Las teclas respiran honestidad brutal, hasta cuando se equivocan cuentan verdades. Y de contar se trata, de narrar, relatar, vivenciar. Esta Argentina modelo 2007. Este Buenos Aires modelo para armar. Los cartoneros que siguen juntando cartón y lo que “haiga”, cada noche, en cada esquina. El dólar que sube, el Euro que sube, el tomate que sube. Y uno que ya no vive en dólares, que ya no vive en Euros, que ya no come tomate. Hay trabajo. Hay hambre. Hay ganas de comer. Hay ganas de trabajar. Como si todo fuera un círculo. Un círculo que aquí, en la Argentina, puede no ser circular. Hay esperanza también, hay fe. No la encontrás fácilmente. Pero si la buscás, la encontrás. Y si la encontrás viene lo difícil: qué hacer con ella. Te gusta el fútbol y los partidos se suspenden. Te matan en las tribunas, te matan fuera de las tribunas. Te matan. Pero te sigue gustando el fútbol. Al fin y al principio también, sos argentino, ¿no? ¿Cómo vivir sin fútbol? ¿Y sin tomate? Hay mosquitos en Buenos Aires, una invasión. Mosquitos grandes, chiquitos, peludos. Mosquitos anti raid, mosquitos anti spray… Ay… Hay mosquitos hasta con bufanda. Y pingüinos, por supuesto. Porque nieva en Buenos Aires. Carajo que nieva. De arriba hacia abajo. De costado y de revés. Por todos lados nieva. En la plaza de Villa Urquiza, en Ezeiza, en el Obelisco. Y yo me pregunto: ¿Será este mundo globalizado y global que hace que nieve? ¿Será la nevada mortal que auguraba El Eternauta? ¿No resultará que estamos muertos y que nadie nos avisó? O será que no volví. Que lo soñé. Que me soñé soñando que volvía. Será como decía, que le tengo miedo a las balanzas. Y que, con tal de no subirme a una, puedo terminar diciendo cualquier disparate.

Bs As, setiembre de 2007

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